Un legado de amor y fortaleza
Hace nueve años, Sandra Medina hizo una promesa que cambiaría su vida para siempre. Su madre, Esperanza, había sido diagnosticada con cáncer de mama y, en medio del miedo y la incertidumbre, ella le aseguró que, si lograba sobrevivir, encontraría una forma de honrar su lucha.
Así nació Lala Esperanza, un proyecto gastronómico que lleva su nombre y su significado más profundo: la comida como un acto de amor y resiliencia. Lo que Sandra no imaginaba era que, años después, la vida pondría su propia fortaleza a prueba con el mismo enemigo.
Esta es la historia de una chef que, entre fogones y batallas, encontró en la cocina su refugio y su renacer.
De las palabras a los sabores
Sandra Medina es comunicadora social de profesión, pero su camino la llevó mucho más allá de las palabras. Estudió su maestría en Argentina, donde vivió varios años antes de regresar a Colombia. Sin embargo, su deseo de explorar nuevos horizontes la llevó a migrar a Australia, donde transformó lo que antes era solo un pasatiempo en su verdadera pasión: la cocina.
Desde niña, aprendió el arte de los sabores junto a su abuela, sin imaginar que, con el tiempo, aquella enseñanza se convertiría en el centro de su vida y su propósito.
Un diagnóstico inesperado
En julio de 2023, Sandra tuvo una gripe que la dejó en cama. Lo que parecía un resfriado común se convirtió en una fatiga persistente de la que nunca logró recuperarse.
Me hice exámenes de sangre y los resultados salieron normales. Los médicos me decían que no tenía nada, pero yo sentía que algo no andaba bien en mi cuerpo”.
No conforme con la respuesta, pidió copias de sus análisis y buscó una segunda opinión. Sin embargo, no fue hasta un viaje a Colombia que su intuición se hizo realidad. Durante una fiesta, un golpe accidental en el pecho le reveló algo extraño en su seno.
“Al principio me causó risa, pero luego supe que debía ir al médico. Fue ahí donde recibí el diagnóstico y todo se volvió un caos.”
El shock de la noticia la abrumó, pero en medio de la desesperación encontró un salvavidas: su estatus de ciudadana permanente en Australia le permitiría acceder a un tratamiento rápido y eficaz.
“Nos comunicamos con el seguro, ellos tomaron la decisión y fueron súper rápidos. Me escribieron para decirme que debía viajar de inmediato a Australia. Yo ya sabía que tenía cáncer, pero no en qué estado estaba.”
Con el corazón dividido, su familia la apoyó en la decisión de regresar. “Mi mamá me dijo: ‘Vete, hija, allá vas a estar mejor’. Lloré todo el camino de regreso. En cada escala, había alguien esperándome del seguro para asistirme. Cuando llegué a Australia, en solo dos días ya tenía cita con el médico.”
Así comenzó un largo y doloroso proceso: un año y tres meses de tratamiento intensivo.
Un renacer entre el dolor
Durante esos meses difíciles, Sandra no estuvo sola. Su hermana, que vive en Perth, viajó para ayudarla. Su novio, su cuñada y su esposo se convirtieron en su red de apoyo inquebrantable.
“No solo le debo la vida a los doctores, sino también a esas personas que, por miedo a perderme, estuvieron siempre a mi lado.”
Hoy, después de superar la enfermedad, Sandra siente que está renaciendo. “Es un capítulo que nadie quiere vivir, pero aquí estoy, empezando de nuevo.” Su experiencia la ha llevado a ser aún más consciente de la importancia de escuchar al cuerpo. “Nuestro cuerpo habla, hay que prestarle atención y hacernos chequeos.
La esperanza en el emprendimiento
A pesar de la pausa forzada, Sandra nunca dejó de soñar con su proyecto. Lala Esperanza sigue en marcha, con el mismo propósito que la vio nacer: alimentar el cuerpo y el alma.
“Siempre he sido muy consciente de la salud, de lo importante que es comer bien, hacer ejercicio y mantenerse positivo. Como emprendedora, eso es lo que ofrezco.”
Antes de su enfermedad, Sandra se dedicaba a diseñar planes de alimentación personalizados para sus clientes. “Iba a sus casas, hacía las compras y les preparaba sus comidas saludables.” Con el tiempo, expandió su visión y lanzó un e-book, además de talleres online sobre cocina colombiana, especialmente durante la pandemia. “Quería que la gente pudiera cocinar con ingredientes que se consiguen en Australia.”
Hoy, con más fuerza que nunca, Sandra sigue apostando por su pasión. Su mensaje para otros emprendedores es claro: “Nunca dejemos de soñar. Hay espacio para todos y, aunque tengamos ideas similares, siempre habrá algo que nos diferencie.”
Desde su cocina, Sandra Medina no solo prepara platos saludables, sino que sirve esperanza. Esa misma esperanza que la sostuvo en sus momentos más oscuros y que hoy la impulsa a seguir adelante.